domingo, 7 de septiembre de 2014

¿Donde están los espacios Públicos?



En la sociedad contemporánea, existe un malestar cuando se está presente en lugares públicos que se supone, deben ser de todos; donde es posible una interacción con el otro a quien se desconoce por completo. Esa persona extraña puede llegar a ser un peligro que acecha. Produce desconfianza, miedo e inseguridad.

Según el diccionario de la Real Academia Española (Rae), lo público, es aquel espacio que no pertenece a nadie y es donde cada persona tiene el derecho a opinar sobre asuntos de interés colectivo, pues afectan a “todo el mundo”.

Habermas, filósofo alemán, afirma que aproximadamente a finales del siglo XIX, la noción de lo “publico” se ha visto reducida por la forma de actuar de la burocracia, de los medios de comunicación y de las ciencias jurídicas y sociales. Acción contraria al verdadero significado del concepto.

Desde lo griegos, ya la esfera pública, era de real importancia. Para Pericles, político y orador ateniense, las personas que no se interesasen por el Estado  y descuidasen los negocios públicos por los asuntos privados, eran inútiles, puesto que no cumplían con su deber de ser ciudadano.

Con respecto a lo anterior, la ciudad griega está dividida en tres: estaba la ecclesia que es el lugar de la política, donde se le daba solución a los problemas comunes que afectaban a los ciudadanos libres de la polis. Luego, se encontraba el Oikos, que era la esfera donde cada persona buscaba apropiarse de forma privada de lo que era suyo. Y por último, el Ágora que actuaba como espacio de encuentro para la vida pública, donde la deliberación y el hacer común surgían de las reuniones entre los miembros privados.  

Pero para llegar a participar en la polis, era necesario tener el estatus de ciudadano; derecho que no se le otorgaba a los niños, mujeres y esclavos.

Entonces, solo los hombres que tenían un cierto rango y que no se preocupan por labores que garantizaban su subsistencia, podían ser partícipes de las decisiones que se tomaran en la Nación.

Solo fue hasta el siglo XVII, con la conformación del Estado-Nación, que surgió la figura de los “servidores-públicos” quienes eran empleados y funcionarios pertenecientes al nuevo Estado. También, se crearon edificios y establecimientos donde moraba la autoridad estatal. Gracias a este cambio, se logró hacer la diferenciación entre lo público y lo privado con la monopolización del poder soberano.

El modelo de lo público en las burguesías nacientes en el siglo XVI, se dio a razón de la estructuración de los primeros boletines informativos en Inglaterra, debido a la necesidad de estar informado sobre lo que ocurría en otros países. Para el filósofo alemán, la creación de los periódicos fue consecuencia directa de la expansión del comercio (tráfico mercantil). Él le llamaba a esta nueva forma de estar comunicado “publicidad burguesa”, ya que es el espacio para que personas privadas discutan acerca de temas públicos. Esto es el inicio del actual capitalismo.

Con la emersión de los boletines informativos, los políticos pudieron divulgar a través de ellos las normas y leyes a cumplir por los ciudadanos, siendo el punto de partida de la estructuración de una nueva esfera político-privado (publicidad política: prensa), es el espacio de conformación de la opinión pública.

El interés por los asuntos públicos que generó los diarios en la comunidad, dio paso a la configuración de la “sociedad civil”.

“La publicidad política” es una nueva reformulación del ágora griega, es decir, donde los ciudadanos en tanto personas privadas debatían sobre los asuntos públicos, que no deja de ser tal ““publicidad burguesa” parte del ámbito privado” (Habermas).

Al igual que el ágora, no se permite la participación de mujeres, niños y personas económicamente dependientes, en las discusiones de la cosa pública. Actualmente, ellos ya tienen el estatus de ciudadanos, pero siguen siendo discriminados.

En conclusión, en el modelo de “publicidad burguesa”, la opinión pública se disponía como la fuente de legitimación de leyes y acciones del Estado, siendo el “vehículo de emancipación política de la sociedad Burguesa” (Habermas). 


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